¿Cómo usamos nuestro tiempo libre los meridanos?, ¿qué tan diferentes somos a la hora de divertirnos, de entretenernos, de usar ese valioso tiempo en el que no estamos trabajando, durmiendo o aseándonos?, ¿de qué manera la estructura, la organización de la ciudad, va a reflejar —refleja, pues— nuestros hábitos recreativos e influyen en la calidad de nuestras vidas? Estas cuestiones son abordadas y respondidas de una manera crítica y abierta por la doctora Susana Pérez, quien en los siete equilibrados capítulos que componen este libro, aporta conocimiento y nuevas formas de ver circunstancias y problemas urbanos de todos los días; quita velos, descobija situaciones de injusticia social que tanto las autoridades como los ciudadanos minimizamos, en unos casos por desinterés, en otros por ignorancia, y en otros más por ineficiencia.
En el capítulo “Ciudades fragmentadas” se aclaran múltiples conceptos relacionados, tales como la estructura de la ciudad, la influencia de los sistemas económicos y políticos y los fenómenos globales que afectan la ciudad. Se determinan también la relación, diferencias y similitudes entre los conceptos de pobreza, exclusión, marginación y segregación; explicándose que cuando se habla de segregación se está incluyendo dentro de este fenómeno a las personas o grupos que —por diferentes circunstancias— se mantienen al margen de la media de satisfactores, de la participación de los derechos, de los servicios y las oportunidades, son persona o grupos no integrados, es decir los excluidos, y que además se encuentran marginados, esto es, se concentran en determinadas zonas territoriales, principalmente de pobreza. Se explica también que en las ciudades fragmentadas o segregadas la comunicación entre los diferentes grupos sociales se rompe, y si no hay espacios físicos de cohesión o interacción entre ellos, la situación empeora.
La manera como se ha estructurado la ciudad (organización física y social heredada) todos los factores de carácter global (inserción de la ciudad en los mercados internacionales) y los de dinámicas locales que han influido en su conformación y situación actual, se abordan en los capítulos 2 y 3, en ellos que se explica cómo, a lo largo de su historia y desarrollo, Mérida se ha convertido en una ciudad segregada y en la cual los sectores sociales se polarizan dando lugar a grupos que lo tienen todo frente a aquellos que carecen de lo mínimo, y esto sin que las instituciones públicas y autoridades intervengan con criterios de equilibrio urbano y busquen una mayor integración entre los segmentos sociales.
Dado que existe un gran vínculo entre la recreación, el uso del tiempo libre y la calidad de vida, en el capítulo 4 se abordan ampliamente éstos y otros conceptos relacionados. Aunque en ese apartado se señala que la definición de calidad de vida puede variar de una sociedad a otra, el concepto va a estar relacionado con aquellas condiciones materiales, sociales, económicas y culturales en las que se desenvuelve la vida de los individuos y que van a influir en su desarrollo como personas. Un elemento que se señala como de gran importancia es la manera en que se accede a la posesión de bienes materiales y a las oportunidades: qué tanta equidad existe al respecto entre los diferentes grupos y de que manera la sociedad en conjunto posibilita la satisfacción de las necesidades de sus individuos en un marco de igualdad.
Es aquí en donde la necesidad de recreación o la recreación como satisfactor entra en escena con cuatro ropajes; cuando es una actividad social (convivencia, reunión, fiesta), cuando es de carácter cultural (relacionado con manifestaciones artísticas-teatro, museos, etc.), cuando el tiempo libre se usa en actividades deportivas y cuando la recreación se obtiene por medios electrónicos (tales como el cine, tv, videojuegos). Ante el análisis de estos tipos de actividad lúdica, el documento plantea la cuestión de hasta dónde estas prácticas incrementan la salud física y la autonomía personal, ligadas a una alta calidad de vida en nuestra sociedad.
En los siguientes capítulos se entra de lleno al plano físico de la recreación en Mérida, y se analiza cómo se han dado y cuáles han sido los espacios para el ocio y diversión de los meridanos a lo largo de la historia de la ciudad. El espacio público, su evolución y tipologías por uso, las inflexiones temporales —como por ejemplo, la época de oro del henequén, de cuya gran industria surgieron las riquezas para llevar a Mérida a los primeros lugares en equipamiento recreativo cultural— llegando a los tiempos actuales del entretenimiento, su oferta, la distribución de los espacios para estas actividades en la ciudad y cuál es la normativa para su cobertura. Esta investigación determina que en la dotación de teatros, cines museos y espacios deportivos, la demanda se cubre entre lo que ofrece el sector público y el privado, y que es en la cantidad y calidad de los parques recreativos en donde Mérida tiene un déficit generalizado.
Por último y a través de un estudio de caso que abarcó ámbitos de tres zonas bien diferenciadas de la ciudad, el norte (colonia México y parte de San Antonio Cinta), el sur (colonia Cinco colonias) y el noroeste (Pensiones y Fovissste) en las que se investigaron detalles y frecuencias de las prácticas recreativas, la autora llega a conclusiones reveladoras y de gran interés, listadas a continuación:
La elección de las actividades de recreación no es igual entre los grupos ni entre los individuos de una misma sociedad, pues esto depende de los recursos disponibles, la facilidad de acceso a los equipamientos y los servicios disponibles como el transporte, y también a los conocimientos y habilidades con que se cuente.
La sociedad está dividida entre quienes tienen capacidad de consumo —de acuerdo con el modelo social y urbano— y los que se encuentran al margen del consumo de espacios, bienes y diversiones. La estructura de la ciudad refleja estos hechos en el norte y en el sur; al no procurarse espacios de intercambio sociocultural entre los diversos sectores, las distancias sociales aumentan. Lo grave es que al sur se asienta el porcentaje mayoritario de la población de Mérida (58% al sur, 13.4% al norte, 18.5% al nororiente), con lo que el carácter de segregación de la ciudad es manifiesto.
Las prácticas recreativas responden a una dinámica de consumo que forma parte de nuestro sistema económico, por lo que no es de extrañar que uno de los espacios que más usan los ciudadanos en su tiempo libre sean los comerciales, los cuales le dan la dimensión espacial a la sociedad de consumidores.
Concluyo con un párrafo de este interesante libro: “Si la diversidad, la heterogeneidad social y el intercambio, son dimensiones fundamentales de la ciudad, el urbanismo debería apostarle a la creación de espacios públicos, que promuevan el intercambio social, la cohesión y el encuentro con las diferencias”. Y esto debería ser uno de los principales objetivos de cualquier gobierno.