Introducción
En México existen 9’854,301 indígenas (Navarrete, 2008) a lo largo y ancho del país que guardan el pasado mexicano y quienes han experimentado la pobreza y marginación del mundo moderno. En Oaxaca específicamente conviven 16 etnias, las cuales se distri-buyen en las ocho regiones de la entidad, estos grupos son poseedores de una riqueza cultural inmensa objeto de estudio de muchas disciplinas.
La intelectualidad en la Sierra Sur de Oaxaca y específicamente en el distrito de Miahuatlán, en el cual se encuentran ubicados los municipios de Santo Domingo Ozolotepec, San Juan Ozolotepec y San Francisco Ozolotepec, no ha sido considerada como un tema a desarrollar, ya que dadas las condiciones políticas y económicas, es más importante administrar la pobreza con programas sociales, que descubrir y fomentar la cultura en los habitantes.
Por lo anterior, el objetivo de este estudio fue identificar a partir de las prácticas socioculturales de los pobladores de Santo Domingo, San Juan y San Francisco Ozolotepec, Oaxaca, a los indígenas zapotecas que han elaborado y difundido conocimientos empíricos a través de la oralidad y de manera escrita, con el fin de fortalecer la identidad cultural de sus comunidades cumpliendo de tal manera una función social.
La escuela es un instrumento para formar intelectuales de diverso grado, aunque no puede aseverarse que sea el único (Gramsci, 1975: 16). En la mayor parte de los municipios integrantes del distrito de Miahuatlán, el espacio geográfico no contribuye al establecimiento de escuelas como medio para la formación de una posible clase intelectual, no para que asimile los “nuevos” conocimientos sino para que estructuren un proyecto intelectual y cultural que los descubra como sujetos en la historia.
Sin embargo, ¿cómo podrán desarrollar estas características los indígenas que viven en condiciones de pobreza? Así que no podemos pensar en intelectuales formados por medio de las instituciones o de tipo urbano que crecen con la industria; empero, existen otros: para efectos de esta investigación se hace referencia a los de tipo rural, que emanados de una matriz tradicional, ligados a la masa social campesina y pequeña burguesía (Gramsci, 1975: 19), se convierten en intelectuales indígenas.
En su obra Los intelectuales y la organización de la cultura (1975), Antonio Gramsci es uno de los primeros en referirse al tema de la intelectualidad. Menciona Gramsci que no hay actividad humana de la que se pueda excluir toda intervención intelectual, no se puede separar el Homo faber del Homo sapiens. Cada hombre considerado fuera de su profesión, despliega cierta actividad intelectual, es decir, es un “filósofo”, un artista, un hombre de buen gusto y participa en una concepción del mundo (Gramsci, 1975: 15).
Según Gramsci (1975), la categoría de intelectuales se refiere, entonces, a la función social más inmediata que desempeñan los individuos en la sociedad y no a sus estudios y títulos. Asimismo, considera que aunque la función de los intelectuales en la sociedad es compleja, la producción de estos está relacionada con procesos históricos concretos y grupos sociales determinados. Identifica dos grupos: por una parte el del intelectual tradicional (compuesto por profesores, eclesiásticos y administradores), y por otra, el intelectual orgánico, enfrentando directamente a las clases y a la producción.
Retomando lo anterior, se menciona que en América Latina tendría un arraigo para la segunda mitad del siglo xx, y en la configuración política y cultural, en esencia, un intelectual orgánico sin olvidar que en dicha clasificación Gramsci reconoce que esta tipología se refiere a sociedades feudales e industriales respectivamente, ya que la posición estratégica de éstos en la sociedad y en la producción los ubica al centro de la dinámica de los cambios sociales a través de la superestructura de la que ellos son arquitectos, especialistas y funcionarios.
Es así que, considerando a Gramsci, el surgimiento de esta intelectualidad responde a la necesidad que los indígenas tienen por mejorar sus condiciones de vida, de potenciar su cultura, tener acceso al poder y a la política nacional y por tanto se articulan orgánicamente con las bases. No estamos hablando de un nuevo proyecto, más bien se pretende hacer énfasis de la fortaleza de éstos pues han comprendido de mejor forma los procesos de inserción sociopolítica y cultural, y aunque en un componente social reducido, pero abiertamente comprometido, han logrado estructurar un proyecto de intelectualidad a partir de su cultura.
Siguiendo con la idea del surgimiento de la intelectualidad indígena, Barabas (1981: 58) retoma a la intelectualidad india1 desde la perspectiva de los actores políticos. Ella indica que para muchos estudiosos la intelectualidad india tiene connotaciones negativas, o se asume “como una proposición inesperada y difícilmente admisible”, pues aunque se trate de personas que cumplen los requisitos exigidos consensualmente para formar parte de una intelectualidad, parece subsistir el arraigado prejuicio de que, por definición, un indio no puede ser intelectual y si ha llegado a serlo, se debe a que ha dejado de ser indio, puesto que ha superado esa condición étnica estigmatizada, disociándose de lo que lo vinculaba a un mundo considerado inferior, y así en razón de esa disociación, puede llegar a incorporarse al espacio de la cultura y ser aceptado como intelectual.
Acercándonos más a la región de estudio, donde encontramos a un experto oaxaqueño; nos referimos a Caballero (1996), perteneciente a la etnia mixteca, el cual menciona que un intelectual indígena es una persona que no poseyendo estudios de tipo académico ha influido en sus comunidades de tal modo que ha preservado su cultura, consolidando sus tradiciones y costumbres, impulsándolo al mismo tiempo a la búsqueda de mejores condiciones de vida. Y es esta definición la que se consideró más pertinente para identificar a los intelectuales indígenas estudiados en esta investigación.
Por lo anterior, puede mencionarse que los intelectuales indígenas dirigen sus acciones hacia el interior de sus comunidades, en una estrecha conexión con sus miembros, desarrollando el trabajo de dignificar su identidad y otorgar legitimidad a un tipo de conocimiento que trascurre en la oralidad, en las redes parentales y comunitarias (Zapata, 2005: 68). Estos pueden ser de dos tipos, aquellos que salen a adquirir conocimientos académicos y que se vinculan con el proyecto de modernidad y socializan un proyecto intelectual, sin dejar de cumplir funciones en su comunidad de origen; y aquellos que se quedan a forjar el desarrollo de sus comunidades. Los del segundo tipo se localizan en regiones poco estudiadas, grupos indígenas que desde su referente social inmediato reproducen un modelo cultural auténtico, pero restringido a la posibilidad de intercambio con algún otro contexto local o nacional.
Los intelectuales indígenas del segundo tipo, mencionados anteriormente, no responden al paradigma académico o letrado, sino que desempeñan a partir de una conciencia colectiva y comunitaria, la función, no de entender ampliamente al mundo y sus circunstancias, que voluntariamente desconocen, sino su ethos, su cultura y perpetuarla en el tiempo para sus iguales. Asimismo, esta función se relaciona estrechamente con las dinámicas del poder establecido, que no es determinado por medio de figuras institucionales sino que se da generalmente a través de los usos y costumbres.
Los intelectuales en estas regiones son un intermediario para los componentes de su localidad, generan controversia y aceptación de debates. Éstos intelectuales fueron el objetivo central de la investigación. Pero el principal problema que enfrentan los municipios pertenecientes a la región de Ozolotepec es que se identifican con el carácter de la sociedad, es decir, las poblaciones tienen un sentido de apropiación de lo que poseen, y no existe la posibilidad de un más allá, por lo que enfrentan un miedo hacia lo desconocido a lo que cotidianamente sienten y ven.
De ahí la importancia de consolidar un proyecto intelectual desde y para la región, ya que existe una actitud de repudio hacia quienes emigran de los pueblos para formarse en las instituciones educativas, presentándose la fuerte convicción de que a mayor nivel de educación, surge un mayor interés y destreza para apropiarse de lo público, manteniéndose con ello los elevados niveles de pobreza.
Ante esta situación es que puede retomarse lo que Gramsci aseveraba, el “modo de ser del nuevo intelectual ya no puede consistir en la elocuencia motora, exterior y momentánea, de los afectos o de las pasiones, sino que el intelectual aparezca insertado activamente en la vida práctica, como constructor, organizador, persuasivo permanente, no como simple orador y sin embargo superior al espíritu matemático abstracto” (Gramsci, 1975: 15). Los intelectuales deben responder a la situación que impera en las sociedades modernas, sobre todo responder a las necesidades de las comunidades indígenas.
Sería urgente, entonces, potenciar la intelectualidad indígena en la región de Ozolotepec, ya que se necesitan personas que impulsen a los pueblos a crecer y desarrollarse para abatir el atraso milenario que los aqueja y condiciona, y puedan así legitimar el entorno social. Aunque esta solución implica potenciar desde su descubrimiento y no pertenecer a ese círculo categórico acéfalo, pues les esperaría vivir del arte de la hipocresía, en un juego en el que al parecer sólo hay dos opciones: entrar o quedarse al margen de todo desarrollo económico, social, cultural y político.
Con base en la problemática mencionada anteriormente, se plantearon las siguientes preguntas: ¿Quiénes han sido los indígenas zapotecas que en Santo Domingo, San Juan y San Francisco Ozolotepec, Oaxaca, han elaborado y difundido conocimientos para fortalecer la identidad cultural de sus respectivas comunidades, cumpliendo así una función social dentro de las mismas? ¿Cómo han contribuido los intelectuales indígenas zapotecas en Santo Domingo, San Juan y San Francisco Ozolotepec, Oaxaca, en el desarrollo sociocultural de sus propias comunidades? ¿Qué indígenas zapotecas son o fueron reconocidos por las comunidades Santo Domingo, San Juan y San Francisco Ozolotepec, Oaxaca, por haber cumplido una función intelectual dentro de éstas?
Para responder a dichas interrogantes, se planteó como guía de este trabajo la siguiente hipótesis: los indígenas zapotecas de Santo Domingo, San Juan y San Francisco Ozolotepec, Oaxaca, que se caracterizaron y/o caracterizan por conservar sus usos y costumbres y que han elaborado y difundido conocimientos empíricos y formales propios de su construcción identitaria a través de la oralidad y la escritura, con el fin de fortalecer y preservar su entorno cultural, social y político, desempeñando una función social en y para sus comunidades, estructuran una forma de intelectualidad indígena particular de acuerdo a las necesidades de la región, cuya excepcionalidad radica en las prácticas socioculturales de cada comunidad. Esta aseveración fue comprobada a través de los resultados obtenidos en la investigación.
Metodología
Para identificar a los intelectuales indígenas la investigación tuvo como eje un estudio de tipo etnográfico, el cual se constituye de la descripción y el análisis de un campo social específico, una escena cultural determinada. La meta principal consiste en captar el punto de vista, el sentido, las motivaciones, intenciones y expectativas que los actores otorgan a sus propias acciones sociales, proyectos personales o colectivos, y al entorno sociocultural que los rodea. El método etnográfico se estructura sobre la base de las observaciones de las actividades sociales de interés, la entrevista y diversas modalidades de participación por parte del investigador en las actividades socioculturales seleccionadas espontáneamente (Tamayo, 2002: 62 y 63).
El procedimiento de trabajo de esta investigación se estructuró en dos partes, la primera correspondió al trabajo de gabinete y la segunda al de campo. El trabajo de gabinete consistió en la revisión de material bibliográfico en distintas instituciones. El trabajo de campo se realizó en tres etapas: la primera correspondió a la identificación de las personas que han elaborado y difundido conocimientos para fortalecer la identidad cultural de las comunidades indígenas cumpliendo una función social, por lo cual se utilizó una entrevista no estructurada, entiéndase ésta como un instrumento mediante el cual un entrevistador formula a cada entrevistado una serie preestablecida de preguntas con un conjunto limitado de respuestas.
La población estudiada estaba compuesta por 962 personas originarias de Santo Domingo Ozolotepec, 2,779 personas de San Juan Ozolotepec y 1,835 de San Francisco Ozolotepec (según el conteo del inegi, 2005). Con referencia a los datos anteriores, el cálculo de la muestra para visualizar cuántos cuestionarios se iban a levantar se llevó a cabo con la ayuda de un sistema que delimita la muestra a través de la computadora. Al ingresar el número de individuos que integran la población por estudiar y elegir el porcentaje de confianza y error, el programa de cálculo (propiedad de la empresa Consulta Mitovski, que puede visualizarse en la página de Internet: http://72.52.156.225/Tamano-muestra.aspx) nos presenta la muestra, es decir, arroja automáticamente el número de entrevistas que se deberá aplicar. Por ejemplo, para el caso de Santo Domingo Ozolotepec que tiene una población de 962 habitantes, se ingresó este número en el lugar correspondiente, posteriormente se eligió 95% de confianza y 5% de error, que el sistema da como opción, se pulsa el icono “calcular muestra” y arroja (para este caso) como resultado 210 entrevistas. De este modo es como se obtuvieron los demás resultados para los restantes municipios: San Juan Ozolotepec (247 entrevistas) y San Francisco Ozolotepec (235 entrevistas).
Los criterios de inclusión para seleccionar a las personas de la muestra fueron los siguientes: personas hablantes de una lengua indígena; personas mayores de edad que oscilaran entre los 30 y 70 años, es decir, personas adultas y adultas mayores, ya que son ellas las que poseen un mayor conocimiento de lo que ocurrió y ocurre en la comunidad; y por último, personas originarias de la comunidad; esto fue un requisito indispensable para aplicar el instrumento de campo.
Al realizar las entrevistas no estructuradas en los municipios de Santo Domingo, San Juan y San Francisco Ozolotepec, Oaxaca, se procedió a la sistematización de dicha información auxiliándose del programa Excel, en el cual se vaciaron todos los datos encontrados conforme al orden en que se habían propuesto en cada entrevista, es decir, se comenzó con la variable 1 denominada chamanes/médicos tradicionales, en seguida la variable 2 artistas, la variable 3 líderes/luchadores sociales y se concluyo con la variable 4 actores políticos, lo cual permitió un mejor manejo de la información para poder proceder a la siguiente etapa.
La segunda etapa consistió en entrevistas etnográficas clásicas a las personas identificadas como intelectuales indígenas que fueron obtenidas de la primera etapa. Se entrevistó en total a seis personas. El procedimiento para la aplicación de estas entrevistas fue el siguiente: primero se hizo una presentación del entrevistador, en donde se le mencionaba al entrevistado en qué consistía la entrevista, y luego se le formularon interrogantes de acuerdo con un guión preestablecido.
Durante la aplicación de estas entrevistas se empleó como instrumento de apoyo una grabadora para registrar la información que el entrevistado proveía, ya que no era posible transcribir todo y además era de suma importancia dedicar la mayor atención posible a la persona, para que se sintiera en confianza y respondiera con más profundidad. También se grabaron pequeños momentos de la plática mediante video, para analizar su expresión corporal. Estas entrevistas permitieron conocer a fondo la vida de las personas identificadas como intelectuales indígenas, lo cual sirvió como base para determinar con mayor precisión quiénes serían incluidos dentro de las historias de vida de la presente investigación.
Al mismo tiempo se analizo el total de entrevistas, la forma en la cual se desenvuelven los intelectuales indígenas de cada uno de los municipios de estudio y las características de las personas en general para ser incluidas en la redacción del trabajo de campo. Este proceso se llevó a cabo a través de la observación directa, anotando en todo momento ciertas actividades que realizaban las personas de cada comunidad; con la información obtenida se realizó la descripción de los intelectuales indígenas y de las comunidades objeto de estudio.
Para la concreción de la tercera etapa que corresponde a la construcción de las historias de vida, se tuvo como eje el tipo de historia de vida armada dado que se hicieron intervenciones recurrentes dentro de la información descrita por el entrevistado haciendo aclaraciones, explicaciones, comentarios, citas, interrogantes, referencias cruzadas, etcétera, para ahondar en temas importantes, en este caso enfatizar en el oficio que práctica y la función intelectual que cumple en la comunidad.
La construcción de las historias de vida se llevó a cabo mediante el audio y video de las grabaciones obtenidas en la segunda etapa. Dicho proceso consistió en escuchar detenidamente las conversaciones de cada persona, anotando la información más precisa, lo cual fue de suma importancia para redactar las historias de vida. Después de haber realizado tal actividad, se procedió a la captura de la información. Las historias de vida se estructuraron como sigue: se enunció en primer término los datos personales del entrevistado, después las experiencias más relevantes de la persona, enseguida se describió la manera en que inició el oficio al que se dedica y por el cual es reconocido en la comunidad, para dar paso a la influencia que ejerce en la comunidad o la relevancia de su trabajo en la misma, concluyendo con el hecho de por qué se le consideró un intelectual indígena.
Resultados
Los intelectuales indígenas tienen como características elogiar al pasado, así como poseer un sentido de apropiación de su lugar de origen y encontrarse totalmente ligados a su comunidad (pese a que emigren de ella), también ejercen una gran influencia dentro de la misma y generalmente buscan mejorar sus condiciones de vida, gestionan recursos y ocasionalmente suscriben compromisos con el poder establecido; las anteriores premisas permitieron ubicar a una serie de personas que cumplieran con dichas características para ser considerados como intelectuales indígenas.
El procedimiento realizado en la primera etapa de la investigación dio como resultado información que permitió detectar quiénes eran reconocidos como intelectuales indígenas por sus propias comunidades, ésta es una condición preponderante para ser considerados como tales, así como discernir a grandes rasgos el trabajo al que se dedicaban y el porqué las personas acuden a ellos en determinados casos. Es decir, el trabajo consistió en revisar detenidamente los nombres y actividades de las personas a través de las tablas de Excel que es donde se vertió la información, una cuestión eminentemente cualitativa para ser contrastada con la teoría y de ahí descifrar quiénes serían objeto de las entrevistas etnográficas clásicas (segunda etapa del trabajo de campo). Las variables contrastadas para obtener el nombre de estas personas fueron la función que cumplen dentro de las comunidades y el número de frecuencia con que fueron mencionados del total de cuestionarios aplicados.
Lo anterior puede visualizarse en el cuadro 1. Este cuadro es un ejemplo y representa nada más a la variable chamanes/médicos de un municipio. Las cuatro variables mencionadas en el apartado de metodología se trabajaron en forma similar en cada uno de los tres municipios considerados en este trabajo. Con la información completa del cuadro 1, es decir, incluyendo las cuatro variables y considerando a los tres municipios, se obtuvo los nombres de las personas a las cuales se les aplicó la entrevista etnográfica clásica (cuadro 2).
Cuadro 1
Frecuencias de la variable: chamanes/médicos tradicionales para el municipio de Santo Domingo Ozolotepec, Oaxaca, 2008
Nombre de la persona | Frecuencia | Porcentaje (%) |
Margarita Pérez | 112 | 53.33 |
Juliana Pérez | 21 | 10.0 |
Leuteria López Canseco | 13 | 6.2 |
Isabel López | 12 | 5.71 |
Concepción Silva | 17 | 8.09 |
Otros | 35 | 16.66 |
Total | 210 | 100 |
Fuente: elaboración propia, 2009.
Cuadro 2
Personas a las que se les aplicó la entrevista etnográfica en Santo Domingo Ozolotepec, San Juan Ozolotepec y San Francisco Ozolotepec, Oaxaca, 2008-2009
Variable | Municipio | Nombre | Actividad a la que se dedica |
Chamanes/médicos tradicionales | Santo Domingo Ozolotepec | Margarita Pérez | Partera y curandera |
Artistas | Santo Domingo Ozolotepec | Constantino Canseco | Músico |
Chamanes/médicos tradicionales | San Juan Ozolotepec | Elena Villavicencio | Partera |
Líderes/luchadores sociales | San Juan Ozolotepec | Asunción Zavaleta | Ex-presidente municipal |
Chamanes/médicos tradicionales | San Francisco Ozolotepec | Catalina Romero | Partera y curandera |
Artistas | San Francisco Ozolotepec | Cándido Gallardo | Músico |
Fuente: elaboración propia, 2009.
Intelectuales indígenas zapotecas en los municipios
Santo Domingo Ozolotepec, San Juan Ozolotepec
y San Francisco Ozolotepec, Oaxaca
Los municipios de Santo Domingo Ozolotepec, San Juan Ozolotepec y San Francisco Ozolotepec cuentan con una serie de intelectuales de varios tipos, entre los cuales podemos mencionar al intelectual tradicional en el sentido gramsciano, a intelectuales educadores (Mannheim y Ortega y Gasset) e intelectuales puros (Croce, Rolland y Benda) con características muy peculiares que los hacen ser intelectuales en tanto cumplen una función social que va más allá de la función que por la actividad a la que se dedican tienen que cumplir, es decir, son intelectuales porque buscan ser y hacen más de lo que son (Baca, 2000: 67-103).
El intelectual indígena en estas comunidades se ha constituido de algún modo posible y con la actividad o rol que se les ha encomendado o que ellos mismos han asimilado, para contribuir al desarrollo de sus pueblos. Estamos hablando aquí de un desarrollo integral en función de la cosmovisión que cada comunidad tiene anhelando siempre estar a la altura de la sociedad occidental. Por ejemplo, muchos de estos intelectuales indígenas (hablando de forma general para las tres comunidades) han asumido roles que el Estado debería desempeñar: la provisión de los servicios públicos y cuestiones de salud, por mencionar los ejemplos más cercanos a estos intelectuales.
El Estado en dichas comunidades (tal vez se deba a su situación geográfica) parece estar ausente por momentos y entonces son los intelectuales indígenas los que llenan esos vacíos institucionales para sustituir la acción del Estado mediante las capacidades que han desarrollado. No ha sido el médico quien ha atendido la mayoría de los partos en Santo Domingo, no han sido las gestiones de las autoridades estatales las que han instalado la luz eléctrica en San Juan, o quienes abrieron el camino a San Francisco. Han sido estos actores sociales, los intelectuales indígenas, en concordancia con sus congéneres quienes han logrado estructurar una peculiar intelectualidad indígena bajo ciertas características y funciones que se describen a continuación.
Los intelectuales indígenas de Santo Domingo, San Juan y San Francisco Ozolotepec son personas reconocidas dentro de sus comunidades como mediadores, parteras, músicos, mayordomos, etc., y son generalmente iconos a seguir de dichas sociedades. Se han posicionado dentro de sus comunidades como personas respetadas y ejemplos de la lucha por insertarse en el proyecto modernizador del cual hacía mención Zapata (2005: 71) en su momento, dado que pretenden con ayuda de sus “dones”, tal como lo refería Elena Villavicencio, partera en San Juan Ozolotepec,2 contribuir con sus “paisanos” a salir de esas condiciones tan hostiles en las que viven.
Esta legitimación de los intelectuales indígenas a la que se hace referencia, se la han ganado por el trabajo o más bien, como ellos lo recalcan, por el servicio prestado a la comunidad. Hay que hacer hincapié en que ellos no consideran un trabajo lo que hacen, sino más bien un servicio a su comunidad, tal como la mayordomía, por citar un ejemplo. Regresando a la legitimación de la cual se hablaba, ésta ha formado parte de la incesante labor que asumen dentro de sus comunidades y que sin duda ha sido reconocida ampliamente por sus sociedades respectivas. Las personas tienen muy bien identificados a estos intelectuales indígenas, y es esa identificación lo que permite visualizar la amplia aceptación y legitimación que tienen frente a los demás.
Generalmente las actividades que realizan los intelectuales indígenas no son remuneradas, excepto el caso de las parteras que actualmente sí perciben un salario, dado que trabajan en forma coordinada con los médicos, pero en años pasados no recibían ningún pago. Es decir, como ya se había mencionado, sus actividades se tornan como un servicio comunitario y no lucrativo, lo que da pauta a decir que están cumpliendo una función más allá de la que les corresponde y eso los consolida como intelectuales indígenas, por la función que cumplen más que por el quehacer intelectual. Debe hacerse mención de que es muy difícil que en las comunidades indígenas se reconozca el quehacer intelectual.
Sin embargo para muchos indígenas de la comunidad estos intelectuales son iconos a seguir tal como lo aseveraba en su momento Antonio Gramsci al referirse a los intelectuales de tipo rural (Gramsci, 1975: 19), a los cuales seguía la masa social campesina con el fin de llegar a ser como ellos, ése era el anhelo de los padres: ver convertidos a sus hijos en grandes intelectuales. En el caso de estas comunidades sucede lo mismo: la juventud reconoce ampliamente a dichos intelectuales, son ubicados con facilidad por la función que tienen en estos pueblos y se les trata con respeto, como personas con gran capacidad.
Cabe también mencionar que algunos de estos intelectuales indígenas han suscrito pactos con el poder establecido para obtener ciertos beneficios en favor de la comunidad, según lo relatan —por ejemplo— Asunción Zavaleta o Cándido Gallardo quienes buscaron audiencia con las autoridades estatales3 para gestionar la apertura de los caminos en San Juan Ozolotepec y San Francisco Ozolotepec, respectivamente. Esta vinculación con el poder establecido tiene más respuesta dado que son comunidades indígenas con alto grado de marginación y el accionar de las autoridades legitima sus gobiernos.
Aunque cabe decir que la anterior vinculación o fenómeno es un arma de doble filo, ya que a decir de Bartolomé (1997: 83) la pérdida del patrón lingüístico de los grupos étnicos4 representa una radical transformación de la filiación étnica y con ello generalmente puede decirse que se acaba uno de los sustentos de la autodeterminación como indígenas, así que muchas comunidades renuncian a este elemento pero siguen identificándose a sí mismos como indígenas pues eso representa grandes beneficios potenciales, tal sería el caso de los apoyos gubernamentales; pero en otros ámbitos sí renuncian a su identidad como indígenas.
Así que en los municipios objeto de estudio los intelectuales indígenas dirigen sus acciones hacia el interior de sus comunidades, en una estrecha conexión con sus miembros, desarrollando el trabajo de dignificar su identidad y otorgar legitimidad a un tipo de conocimiento que trascurre en la oralidad, en las redes parentales y comunitarias, tal cual lo mencionaba Zapata (2005: 68) cuando se refería al intelectual indígena tradicional. Este sentido tradicional de los intelectuales indígenas en estos municipios tiene relación directa con el sentido de comunidad, pues no consideran leal asumirse como líderes de sus comunidades, parece ser una cuestión indigna para ellos; en contraparte, relatan que todo se hace con la comunidad y para ella, se trabaja en grupos y buscando siempre que los beneficios los alcancen a todos.
Dicha cuestión permite visualizar que se habla aquí de intelectuales indígenas totalmente identificados con su comunidad y sobre todo personas que entienden claramente las funciones que se les ha encomendado, puesto que no son sólo ellos quienes edifican sus encomiendas sino también los integrantes de las comunidades los que los nombran y legitiman. A continuación se describirán las funciones que han asumido estos intelectuales indígenas dentro de sus comunidades y, en ocasiones, fuera de ellas.
Historias de vida de los intelectuales indígenas zapotecas de Santo Domingo Ozolotepec, San Juan Ozolotepec
y San Francisco Ozolotepec, Oaxaca
En este apartado se resume lo que se considero un intelectual indígena zapoteco, a través de las historias de vida de cuatro personas que cumpliendo una función social —en el sentido gramsciano— se destacan en sus comunidades como elementos clave para detonar el desarrollo en el ámbito económico, político, social y cultural para incluir de esta manera a sus pueblos en el desarrollo nacional.
Margarita Pérez, el don de ayudar a parir
Margarita Pérez Martínez nació el 6 de junio de 1942 en Santo Domingo Ozolotepec. Sus padres, Dámaso Pérez y María Martínez, eran de la etnia zapoteca, murieron cuando ella tenía 8 años, edad se hizo cargo de ella una señora de nombre Pánfila Canseco. Doña Margarita domina totalmente la lengua zapoteca pero también habla el castellano. No sabe leer y escribir sólo puede hacer su firma. Tuvo 14 hijos y sólo vivieron 8 de ellos. Su abuela es quien le enseñó todo sobre la partería a la edad de 14 años, y desde entonces ha mejorado a través del tiempo. Quien verdaderamente la instruyó en la curandería fue la mujer que la crió a la muerte de sus padres, Pánfila Canseco.
Doña Margarita ejerce una gran influencia en la comunidad de Santo Domingo, debido a que es la principal partera reconocida por las instituciones de salud como capacitada para sustituir al médico en ciertos casos, es decir, puede llenar el vacío institucional del Estado en esta materia gracias a los conocimientos empíricos que posee en cuanto a partería y curandería. Se ha ganado la confianza de la comunidad y su respeto ya que acude a auxiliar a las embarazadas cuando lo necesitan, no ha tenido contrariedades con ningún parto y ha coadyuvado a salvar a varias mujeres que fueron mal atendidas por otras parteras. De ahí proviene ese reconocimiento de la comunidad por su gran trayectoria como partera y curandera, además por el hecho de que en ocasiones no cobra por sus servicios, pues ella piensa que su trabajo es necesario para la comunidad y siente el deber de ayudar en algo para que las mujeres no mueran por el parto, como ocurría anteriormente.
El médico reconoce también el trabajo realizado por doña Margarita y la legítima a través de la delegación de la responsabilidad de los partos, porque en muchas ocasiones las mujeres optan por acudir con ella y evitan las consultas con la institución de salud. Doña Margarita tiene una relación estrecha con la Casa de Salud debido a que ésta le brinda los instrumentos adecuados para llevar a cabo su disciplina de forma higiénica y saludable. Este fenómeno deja entrever que la medicina tradicional indígena (caso de la partería y curandería) tiene amplia cabida en las instituciones de salud en México y ello representa un posicionamiento de los intelectuales indígenas ante el Estado mexicano.
Doña Margarita es una intelectual indígena zapoteca por el hecho de que además de practicar una disciplina que sustituye a una institución de salud, coadyuva al desarrollo cultural y social de la comunidad de Santo Domingo Ozolotepec, contribuyendo con la salud de las mujeres embarazadas y perpetuando los conocimientos empíricos pertenecientes —para el caso que aquí nos ocupa— de las plantas medicinales y la medicina tradicional indígena, consolidando de esta manera la cultura autóctona de los pueblos indígenas de Oaxaca.
Asunción Zavaleta Pérez, trabajar para el pueblo
Asunción Zavaleta Pérez nació el 15 de agosto de 1953, en San Juan Ozolotepec. Es hijo de padres zapotecas, su padre se llama Rutilio Zavaleta Hernández y su madre Amparo Pérez. Se casó con Ana Laura Reyes Cruz, enfermera de la casa de salud de San Juan Ozolotepec, con quien tuvo dos hijos. Él ha sido el presidente más joven que San Juan Ozolotepec haya tenido, pues comenzó a servir a su pueblo a los 32 años, algo raro dentro de la comunidad, donde generalmente el cargo lo desempeñaban personas de mayor edad, muchos de ellos ancianos.
En primer término, acudió con las autoridades estatales para ver las disposiciones de éstos para abrir la brecha que comunicaría a San Juan Ozolotepec con la cabecera distrital de Miahuatlán. El apoyo de Heladio Ramírez, gobernador del estado, permitió el establecimiento de acuerdos con las autoridades para llevar a cabo la apertura del camino. Pero esto no era suficiente, dada la magnitud de la obra, porque no era nada fácil derribar esas grandes rocas con sólo presupuesto estatal, así que se vio en la necesidad de acudir a Palacio Nacional el 5 de diciembre de 1988 en la Ciudad de México, con el fin de llevar la solicitud de apoyo de la obra en forma física al presidente de la República. Carlos Salinas de Gortari tenía 4 días en su nombramiento como tal y en el quinto día don Asunción, junto con el gobernador del estado de Oaxaca, pudo platicar con el titular del ejecutivo para plantearle la situación de San Juan Ozolotepec.
Asunción Zavaleta es un intelectual indígena zapoteco porque no sólo se abocó a cumplir la función política que le encomendó la comunidad de San Juan Ozolotepec, sino también porque buscó de todas las maneras posibles realizar una obra de gran envergadura para la población, es decir, no se conformó con ser un presidente municipal más sino que logró gestionar los recursos necesarios para la apertura del camino que comunicara a San Juan Ozolotepec con la cabecera distrital de Miahuatlán. Eso representó las labores de gestión y sobre todo de persuasión por parte de don Asunción, implicó el rompimiento de las esferas, tanto municipales como estatales, para insertarse en las esferas federales y ser escuchado por el ejecutivo nacional, lo cual va más allá de la función que le correspondía, por todo lo anterior, es considerado un intelectual indígena zapoteca.
Cándido Gallardo Figueroa, entre la música y la política
Don Cándido Gallardo nació el 25 de septiembre de 1945 en San Francisco Ozolotepec. Sus padres fueron Cirino Gallardo y Julia Figueroa, quienes le enseñaron la lengua zapoteca desde niño. Tuvo seis hijos con su esposa Celia Martínez. Él nunca asistió a la escuela para aprender a leer y escribir porque no había maestros, pero acudió a una escuela de música donde se les impartía cátedra a los niños que integraban la banda de música.
El señor Cándido dedicó 30 años de su vida a la música, sin remuneración alguna. Abandonó la banda debido a que los presidentes municipales no brindaban apoyo para comprar instrumentos musicales; por tal motivo, él y muchos de sus compañeros decidieron no seguir tocando, y por ende, la banda municipal se desintegró. Hoy la mayoría de sus compañeros están muertos, pero él y otros tocan en los entierros (gratuitamente). Posteriormente sirvió como mayordomo del patrón del pueblo y dentro de los comités de la escuela. En el mandato del presidente municipal Alejandrino Juárez, don Cándido estuvo sirviendo en el comité de la iglesia, durante ese lapso se organizó junto a sus paisanos para gestionar la apertura del camino que comunicara por vía rápida a la cabecera distrital Miahuatlán, pero necesitaban la ayuda y asesoría de personal capacitado para saber cómo llegar a las instancias y gestionar el apoyo para concretar la obra pública. Debe resaltarse que casi en su totalidad los indígenas de San Francisco Ozolotepec aún conservan su lengua zapoteca, lo que desgraciadamente les impide —en ciertos casos— realizar acuerdos con autoridades de otras esferas gubernamentales.
Don Cándido es un reconocido músico de San Francisco Ozolotepec y también es respetado por las gestiones que realizó durante su periodo como integrante del comité de la iglesia. Hoy se dedica al campo, que es de donde obtiene los recursos para sobrevivir. Cándido Gallardo es un intelectual indígena zapoteca por pertenecer y hablar la lengua zapoteca, y dado que no sólo se abocó a lo que un principio le correspondía como servicio comunitario, ser músico, sino también porque cumplió una función más allá de la conferida mediante la gestión de recursos con el fin de ofrecerle a su comunidad vías de comunicación de las que carecía en ese entonces. Es intelectual indígena zapoteca porque buscó más allá de su entorno sociocultural el bienestar no de él sino de su comunidad, porque para él la comunidad es lo principal.
Catalina Romero Juárez, por la salud de la mujer5
Catalina Romero nació el 20 de noviembre de 1961 en San Francisco Ozolotepec. No tuvo hijos y desde pequeña sus padres Porfirio Romero y Ceferina Juárez le enseñaron zapoteco que hasta hoy en día práctica en todos los lugares que se desenvuelve. Ella comenzó desde hace cuatro años a practicar la partería y sobre los huesos, con las enseñanzas de doña Irene6. Ella está registrada en la Casa de Salud del municipio como partera, es decir, tiene el reconocimiento institucional de que puede atender partos. Desde su inicio ha contribuido a 25 partos.
Un hecho muy importante que comentó doña Catalina es que asistió a unos cursos de partería en la capital del estado de Chiapas (Tuxtla Gutiérrez) en el mes de mayo de 2007. En dicho curso, organizado por el imss y Oportunidades, se le obsequiaron aparatos con el fin de hacer más eficiente su trabajo. Fue elegida para tomar este curso gracias a la confianza que le tienen sus paisanos porque conocen su trabajo, y también debido al hecho de que ella puede hablar tanto castellano como zapoteco, lo que la habilita como traductora entre las pacientes y el médico, resultando de gran ayuda para la comunidad. Doña Catalina es la única partera de la comunidad que puede realizar tal función, pues hay otras parteras que de igual forma tienen el reconocimiento institucional pero son monolingües.
Actualmente la administración de la casa de salud le otorga una módica remuneración por sus servicios; anteriormente la gente no le pagaba, sólo le daba las gracias. En ocasiones le dan 200 o 400 pesos por sus servicios, según sea la voluntad de las personas. Ella se dedica totalmente a su disciplina, incursionando en otras comunidades (agencias) de ese municipio. También se dedica a sobar y a ser huesera.
Catalina Romero es considerada como una intelectual indígena zapoteca porque no sólo cumple su función social como partera sino también una función cultural, preservando las lenguas indígenas del país y estableciendo puentes de comunicación con las instituciones del Estado mexicano. Es una intelectual indígena zapoteca también porque no se ha limitado a ejercer sus funciones en su comunidad de San Francisco Ozolotepec sino que se ha desenvuelto en otros contextos, como cuando acudió a los cursos. Esta coyuntura permite visualizar que la condición de indígena y hablante de una lengua como la zapoteca no le impide intercambiar experiencias con otras personas que se dedican a la misma disciplina y situarse dentro de las esferas sociales como cualquier otro ciudadano mexicano, lo que reivindica nuevamente a los grupos indígenas dentro del Estado nacional mexicano.
Conclusiones
El presente trabajo permitió conocer la forma que asume la intelectualidad indígena en los municipios objeto de estudio. Lo anterior permitió comprender la cosmovisión de las comunidades indígenas. Los puntos siguientes en-globan las conclusiones a las que se llegó al término de la investigación y que pueden ser utilizadas para estudios posteriores en el tema.
1. La intelectualidad indígena zapoteca en Santo Domingo Ozolotepec, San Juan Ozolotepec y San Francisco Ozolotepec se estructura para responder a las necesidades de la región. Los intelectuales indígenas zapotecas en estos municipios se caracterizan por conservar sus usos y costumbres, los cuales radican en la preservación de la forma de gobierno ancestral dada bajo una estructura de asamblea comunitaria y la elección de sus gobernantes por votación directa; al mismo tiempo, guardan con cierto recelo muchas tradiciones autóctonas como la partería, la medicina tradicional y la curandería, entre otras. Este fenómeno se concreta mediante la elaboración y difusión al mismo tiempo de conocimientos empíricos, generalmente trasmitidos por medio de la oralidad y la escritura, ello es realizado con el fin de fortalecer su identidad y preservar el entorno cultural en el que se desenvuelven.
2. Los intelectuales indígenas zapotecas en esta región han estructurado una intelectualidad distinta a la conocida en otros contextos. Se basa en la experiencia y el único fin que busca es cumplir una función social. Estos intelectuales no responden al poder establecido o a intereses de grupos sino a las necesidades de las comunidades, y por ende, a las demandas de sus congéneres. La intelectualidad indígena identificada está compuesta por líderes indígenas, chamanes, parteras, artistas o simplemente personas que desean aprender algo más. Estos intelectuales tienen un sentido de apropiación de su comunidad que los lleva a establecer lazos muy fuertes, por lo que su compromiso es sólo con la comunidad. También se caracterizan por no recibir una educación del Estado y sobre todo por querer mejorar las condiciones de sus pueblos originarios.
3. La mencionada particular intelectualidad indígena zapoteca recae en las actividades que realizan estos intelectuales para mejorar las condiciones de sus comunidades, es decir, ejecutan acciones con el fin de contribuir a su desarrollo en los ámbitos político, social, económico y cultural, lo que los hace ser distintos a los demás intelectuales indígenas. Una de las funciones que cumplen estos intelectuales es la política, en la cual dichos actores gestionan ante el poder establecido recursos para mejorar pragmáticamente las condiciones en las que viven, estableciendo compromisos con autoridades estatales y federales pero no olvidan el origen de su acción, es decir, la comunidad.
4. Existe también una función cultural apuntalada por los intelectuales indígenas zapotecas, ello consiste en preservar las prácticas culturales que caracterizaron a las antiguas culturas, como por ejemplo, la música de viento, la medicina tradicional, las fiestas patronales, la curandería, los hueseros, y una serie de actividades que consolidan aún más el pasado mesoamericano que se nos legó. La cultura es una cuestión sumamente importante de los intelectuales indígenas pues mediante ella se ha constituido una serie de símbolos y patrones que coadyuvan a legitimar el sistema en el que viven y sobre todo a preservar su identidad étnica y con ello fortalecer su construcción identitaria.
5. Las necesidades económicas de la región de Ozolotepec han llevado a los intelectuales indígenas zapotecas a gestionar obras públicas, entre las cuales pueden mencionarse la apertura de caminos que se llevó a cabo gracias al arduo trabajo de las propias comunidades encabezadas por dichos actores, lo que ha permitido insertar a los pueblos al proyecto modernizador de la nación. Se han introducido también ciertos servicios que mejoraron la calidad de vida, como por ejemplo: las casas de salud, la electricidad, Internet y sobre todo la apertura a la comunicación con la cabecera distrital de Miahuatlán, que ha generado el intercambio de productos de las comunidades hacia este espacio, dándose a conocer los recursos que poseen y con ello se logró también el establecimiento de tiendas que abastecen a la población que no puede acceder a la cabecera distrital.
6. Todas las funciones antes planteadas estructuran la falta de respuesta de las autoridades competentes en cada área abarcada por los intelectuales indígenas, es decir, la administración pública no ha podido satisfacer todas las necesidades de estas comunidades y en reemplazo aparecen los intelectuales indígenas zapotecas para cumplir con dichas funciones. Así que han sido las parteras quienes en ausencia de médicos han contribuido a la buena salud de las mujeres, también los músicos o autoridades municipales han trabajado junto a sus paisanos por la apertura de caminos y la instalación de la red de energía eléctrica. La suplantación de estas funciones deja entrever que existen infinidad de vacíos estatales que es urgente atender.
Es por todo lo anterior, que los intelectuales indígenas pueden contribuir a que el Estado obtenga las herramientas necesarias para resarcir las condiciones en las que perviven las comunidades indígenas de Santo Domingo Ozolotepec, San Juan Ozolotepec y San Francisco Ozolotepec, Oaxaca. Los intelectuales zapotecas y de las demás etnias del país permitirán comprender los pensamientos y la realidad de las comunidades indígenas, con el fin de cambiar las condiciones de marginación y pobreza en las que viven desde hace cientos de años, en donde los indígenas han sido el tema más olvidado de la agenda del Estado mexicano.
Fecha de recepción: 15 de julio de 2010
Fecha de aceptación 09 de enero de 2012
Bibliografía
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1. Esta autora utiliza el término indio y no indígena, debido a que éste último implica generalmente connotaciones de tipo peyorativo y de ahí que convenga (para ella) retomar la palabra indio.
2. Trabajo de campo, septiembre de 2008.
3. Dichos políticos eran militantes del Partido Revolucionario Institucional.
4. Tal es el caso de San Juan Ozolotepec, municipio en cuya cabecera no se practica la lengua zapoteca pero en sus agencias sí, cuestión que es interesante dado que es en la cabecera donde se llevan a cabo todas las gestiones gubernamentales.
5. Debe comentarse que los pocos datos recabados en la entrevista con doña Catalina se deben a la limitante del lenguaje, pues ella difícilmente podía charlar en castellano y decía muchas cosas en zapoteco. Se contó con la ayuda de algunos jovencitos para realizar la traducción, pero aun así la dificultad para expresarse limitó el total desenvolvimiento de la entrevistada.
6. Se ignora el apellido porque la entrevistada no lo recordó al momento de la charla.