Ricardo Pacheco Colínu
Periodista y escritor en los diarios El Financiero y La Razón.
Martínez Assad, Carlos y Alicia Ziccardi (coord.), 1910: la Universidad Nacional y el barrio universitario, México, puec-unam, 2010,168 pp.
La procesión universitaria partió de San Ildefonso. Era una multitud solemne abriéndose paso en la luz del mediodía. Entre vítores marchaban personajes de la vida política y académica, también profesores y estudiantes que celebraban la inauguración de la Universidad Nacional de México. El presidente Díaz y el ministro Justo Sierra encabezaban la caminata. Era el 22 de septiembre de 1910. El país celebraba el centenario de su independencia con esta iniciativa, la más promisoria para consolidar su libertad.
Horas antes se había realizado la inauguración oficial en el nuevo anfiteatro de la Escuela Nacional Preparatoria. Las fotografías muestran un recinto pleno de levitas, sombreros y vestidos elegantes, como ameritaba la ocasión.
Tal es el relato que se ofrece en el libro 1910: la Universidad Nacional y el barrio universitario, publicado por el Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad (puec) y la unam. Obra coordinada por Carlos Martínez Assad y Alicia Ziccardi.
La edición sale a la luz en el marco de una feliz conjunción: el centenario de la Universidad, el bicentenario de la Independencia y los cien años de la Revolución Mexicana.
El volumen abre con el prólogo del rector de la unam, José Narro Robles, quien establece el contexto y los motivos de esta empresa editorial: el libro constituye un valioso esfuerzo de recuperación de la vida universitaria.
Los textos fueron trabajados por María de Lourdes Alvarado, Guillermo Boils Morales, Carlos Martínez Assad, Estela Morales Campos, Mónica Toussaint y Alicia Ziccardi.
Se trata de una edición de lujo: pastas duras, de 31 por 29 cm, interiores en papel multiart de 200 g, 55 fotografías sepia, dos planos de la ciudad en selección de color. Incluye un disco con imágenes de la época.
Aparte de su aspecto elegante y buen diseño en interiores (que la hace una pieza de colección), la obra cumple con el objetivo de transmitir y analizar hechos trascendentes gracias a sus páginas bien escritas y mejor documentadas. El libro se deja leer y querer.
Además, rescata de la oscuridad del tiempo al barrio universitario, no sólo como espacio físico integrado por edificios y monumentos históricos, sino como sitio de encuentro de manifestaciones culturales, políticas, sociales y de esparcimiento.
Es una obra rica en anécdotas: aparece en ella el joven Vasconcelos quien después de clases sale en busca de la “novia del día”. En contraste con Martín Luis Guzmán quien permanece firme en el balcón de su futura esposa.
José Clemente Orozco no sólo aprende pintura, sino que redacta textos punzantes acompañados de viñetas mordaces: llama guacamayas a los guardias presidenciales de Díaz por vestir pantalones rojos y chaquetas azul pálido con adornos verdes.
Asimismo, el libro descubre a la señorita Matilde Montoya en su solitaria práctica de disección de cadáveres, meses antes de ser la primera mexicana en graduarse… y romper un prejuicio de siglos.
El volumen invita a un paseo por portentosas construcciones y examina la polémica acerca del porqué Justo Sierra ordenó la destrucción del edificio de la Real y Pontificia Universidad.
Hace un recorrido muy documentado por librerías de aquella época: la Porrúa Hermanos, la Galván (de los famosos calendarios), la Robredo...
Discute los atributos principales de esa generación afectada por la modernidad de 1910 y su lucha en defensa de la libertad y la cultura. Con erudición se revisa la oferta citadina en este último campo: teatro, cine, ópera, paseos, conferencias, lecturas, festejos…
Para un acercamiento mayor al barrio universitario se recurre a la rememoración oral y testimonial mediante entrevistas con docentes e investigadores. También surgen como testigos los vecinos del lugar que aún recuerdan, o que citan de oídas, las peripecias de los estudiantes.
El texto delimita geográficamente el barrio universitario. Sitio conformado por un conjunto de valiosos predios arquitectónica e históricamente hablando. En este punto se hace hincapié en la pobreza y desigualdad social del Porfiriato, situación que decantaría meses después en la Revolución.
Como se puede ver, el libro fue concebido como un poliedro que refleja la luz desde distintas perspectivas: cultural, arquitectónica, social, política, histórica… Fue elaborado también para ser leído bajo diversas sensibilidades, sin excluir, claro, la nostalgia.
En fin, como menciona el rector Narro en el prólogo: se trata de un loable esfuerzo para comprender cómo se forjó la identidad y sentido de pertenencia que posee la comunidad universitaria.